• La educación del niño pasa por nuestra reeducación continua.
• No podemos culparle de no aprender, sino aprender a enseñarle.
• La lectura es un privilegio y no un deber.
• La atención y la memoria no son mejores que la creatividad y la imaginación.
• La risa es algo crucial: un regalo inesperado, más allá de la protección y la seguridad.
• El niño, cualquier niño, es un hecho nuevo. Y con él el mundo empieza de cero.
Estos textos de Gianni Rodari, el maestro de la fantasía, fueron escritos en los años setenta, pero su apuesta insobornable por una enseñanza más plena y creativa sigue siendo totalmente moderna.

Gianni Rodari nació en el Piamonte italiano el 23 de octubre de 1920 y murió el 14 de diciembre de 1980 en Roma. Fue niño, periodista, maestro, pedagogo de la fantasía, militante comunista y revolucionario de la literatura infantil. Y de la literatura, a secas. Porque aunque en 1970 recibió el premio Hans Christian Andersen, también llamado el Pequeño Nobel, todo el mundo sabe que, por fortuna, los lectores de Rodari no tienen edad y cada día crecen en número. Hijo de panaderos, supo que la creatividad puede aprenderse e incluso enseñarse, que la imaginación debe ocupar un lugar en la educación.
Nunca aburrió a sus alumnos. Tampoco a sus lectores.
Su militancia podría resumirse en una sola consigna: la imaginación, que crea y transforma. «Si dispusiéramos de una Fantástica, como disponemos de una Lógica, se habría descubierto el arte de inventar». La frase es de Novalis, pero sirvió a Rodari para prologar su célebre Gramática de la fantasía. Allí explica cómo inventar historias y, resumiendo mucho, cómo acercarse a la realidad a través de la fantasía. Y no necesariamente para escapar de ella. La Fantástica no debía imponerse como la geometría o la economía, pero Rodari entendía, quería entender, como hombre comprometido, que la realidad es maleable. Por eso buscaba que niños y adultos descubrieran la capacidad de las palabras para crear mundos. Eso que, a fin de cuentas, es lo que hacen los buenos libros. Eso que ojalá siga ocurriendo en cada reedición de su obra.