El mundo puede ser un lugar muy gris, muy serio, muy pobre. Pero Patrick acaba de encontrar en un mercadillo de antigüedades una herramienta mágica: ¡un violín!
Cuando Patrick toca el violín, suceden las cosas más increíbles: los peces empiezan a volar, las vacas a bailar y de los árboles brotan pasteles en lugar de manzanas. Y de repente hasta los más tristes sonríen y mil fuegos artificiales estallan en el cielo. ¡Colores por todas partes!
Patrick demuestra lo muchísimo que necesitamos la música, la fantasía e historias como la suya para hacer de nuestro mundo un lugar más bonito y divertido. Un lugar mejor.
PREMIO HANS CHRISTIAN ANDERSEN.
«El mejor ilustrador de libros infantiles del mundo.»
ROALD DAHL
«Sus libros son una de las cosas más felices de mi infancia.»
DAVID WALLIAMS
Quentin Blake empezó a dibujar antes que a almacenar recuerdos: aún conserva un dibujo que debió firmar con cuatro años, aunque no se recuerda haciéndolo. Pasó de dibujar para la revista de la escuela a enviar sus ilustraciones a Punch, donde por fin fue publicado a los dieciséis años. Aunque todo parecía empujarlo a las Bellas Artes, decidió licenciarse en Literatura inglesa, porque «aprender a apreciar las palabras es precisamente lo que necesita un buen ilustrador». Y vaya si aprendió. Finalizados sus estudios literarios se matriculó en la Escuela de Arte de Chelsea, y de allí sus pasos le dirigieron al Royal College of Art, donde terminaría dirigiendo el departamento de ilustración. Celebérrimas son sus colaboraciones con autores de la talla de Russell Hoban, Michael Rosen y, sobre todo, Roald Dahl, además de sus ilustraciones para clásicos como el Cándido de Voltaire, la Canción de Navidad de Dickens y el Quijote. También, y como no podía ser de otra manera, le han llovido los premios: el Hans Christian Andersen, el Bologna Ragazzi y el Eleanor Farjeon, entre muchos otros. En El violín de Patrick nos cuenta la historia de un violinista determinado e incansable, entregado a mejorar el mundo conforme lo atraviesa arrancando notas a su preciado instrumento. No es difícil ver en este alegre personaje al propio Quentin, también incombustible y afanado en su labor de hacer del mundo un lugar más amable. Un artista que trabaja con el convencimiento de que «dibujar es la cosa más importante que existe». Y que, al consagrar su vida a esta importancia máxima, lo ha dibujado todo.