La història del Julek és tan increïble que només la pot explicar ell. I només ell pot fer-ho amb una mirada de nen: terna, trista i còmica; de vegades càndida i d’altres massa madura; entre El diari d’Anna Frank i La vida és bella. La mirada d’un nen que canvia tres cops de nom, viatja per tot Europa i pateix el fanatisme de massa banderes. Té dues armes secretes: sap riure i també sap parlar l’idioma dels gossos.
Quan a Joanna Gruda li preguntaven per la increïble història del seu pare acostumava a contestar: «Bé, millor que ens asseguem, això serà llarg i complicat…» De manera que, cansada de repetir el ritual, va decidir posar-la per escrit. El resultat és El nen que sabia parlar l’idioma dels gossos, una novel·la meravellosa que situa el seu petit protagonista, el Julek, en la categoria de grans herois de la literatura universal com Tom Sawyer i Huckleberry Finn. Amb la diferència que les rocambolesques peripècies del Julek són absolutament reals.

Cuando a Joanna Gruda le preguntaban por la increíble historia de su padre, Julek, solía contestar: «Bueno, será mejor que nos sentemos, esto va a ser largo y complicado...». Estaba convendida de que él, el chico polaco que nació en el Moscú soviético pocos días después del crac del 29 y que se vio obligado a adoptar múltiples identidades para sobrevivir a las purgas estalinistas y a la persecución de judíos y comunistas durante la Segunda Guerra Mundial, escribiría al fin sus memorias, pero, quién sabe por qué, decidió no hacerlo. De modo que un buen día a quien hizo sentar fue a Julek, no sin antes colocar una grabadora encima de la mesa con el sencillo propósito de transcribir sus experiencias para uso y disfrute familiar. Después de un tiempo de maduración y de escritura reposada, el resultado de esas conversaciones que duraron meses fue El niño que sabía hablar el idioma de los perros, su primera novela.
Joanna Gruda llegó a Canadá en barco cuando tan solo tenía dos años en compañía de sus padres, desencantados del comunismo. Ha trabajado como actriz de teatro durante muchos años y se gana la vida como traductora. Definitivamente, El niño que sabía hablar el idioma de los perros no será leída solamente por los hijos y los nietos de Julek. Publicada en Canadá en febrero de 2013, en 2014 ha obtenido el Premio de los Lectores Emergentes de la región de Abitibi- Témiscamingue. Sus derechos de traducción se han vendido en Holanda, Polonia, Italia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil, Turquía, China y España. Y todo parece indicar que esto no ha hecho más que empezar. No en vano, esta pequeña gran historia ha sido comparada a obras de alcance universal como El diario de Ana Frank, La vida es bella y La ladrona de libros.