¿Por qué los mayores dicen siempre que no tienen tiempo? ¿Por qué existe el dinero? ¿Por qué a veces me siento invisible? ¿Se puede morir de amor? ¿Es interesante morirse?
¿Por qué nos hacemos preguntas todo el tiempo?
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La mujer de Tomi Ungerer solía decirle que nunca se había hecho adulto del todo. Quizá por eso, por haber mantenido esa inocencia lúdica pero irreverente, entiende y sabe contestar como nadie a las preguntas de las niñas y los niños.
Sin condescendencia, ni paternalismo, ni sobreprotección, sus respuestas son destellos filosóficos de pura inteligencia para todas las edades. Especialmente para los adultos que tienen mucho que aprender del niño que han olvidado que fueron un día.
«Tomi es un genio espectacular.»
Maurice Sendak

Tomi Ungerer nació en Estrasburgo el 28 de noviembre de 1931. Hijo de un relojero astronómico y de una cuentacuentos amante de la música, fue el último de cuatro hermanos. A los cuatro años quedó huérfano de padre, y se mudó con su familia a la ciudad de Colmar, muy cerca de la frontera con Alemania. Allí vivieron la invasión de 1939: el adoctrinamiento nazi en la escuela y la prohibición de hablar su lengua materna fueron algunos de los recuerdos de infancia de los que jamás pudo desprenderse. Aquella terrible experiencia le legó una férrea conciencia antifascista y un espíritu contestatario que se reflejaría en toda su obra. Acabada la guerra, se decidió a viajar por Europa y ahondó en sus estudios artísticos.
En 1956 desembarcó en Estados Unidos, con únicamente sesenta dólares y un puñado de ilustraciones y textos propios en sus bolsillos. Solo un año después publicó su primer libro con Harper, Los Melops se lanzan a volar, que se convirtió en un éxito inmediato. Comenzó entonces a colaborar con publicaciones como Esquire, Life, Holiday, Harper’s, Sport’s Illustrated y The New York Times. De ahí en adelante escribiría e ilustraría nuevas aventuras de los Melops, su encantadora familia de cerdos aventureros, además de otros títulos como Crictor, Adelaida, Los tres bandidos y The Underground Sketchbook. Comenzó también a dirigir su obra hacia la denuncia del racismo y el maltrato animal, así como al activismo político, con carteles críticos con la guerra de Vietnam y pósteres de películas como ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú, de Kubrick. Sus opiniones políticas y su activismo incombustible generaron sospechas; él mismo disfrutaba contando cómo el FBI lo retuvo en una estación de tren neoyorkina.
Tampoco fueron bien vistas en todos los círculos culturales sus ilustraciones eróticas, que empezó a crear en 1974, de ahí que pese a su popularidad se prohibiesen sus libros infantiles durante algún tiempo en Estados Unidos. Quizá por eso en 1976 se trasladase a Irlanda, donde sus libros crecían en número y popularidad, y donde permaneció hasta su muerte. Pese a la censura, su obra terminó por recibir el reconocimiento que merecía, y en 1998 recibió el Premio Hans Christian Andersen a la ilustración. En 2000 el Consejo de Europa lo nombró primer Embajador para la Infancia y, en 2007, su ciudad natal inauguró el Centro Internacional de Ilustración Tomi Ungerer.
Tomi Ungerer falleció en 2019, dejando más de 140 libros infantiles y para adultos traducidos a más de treinta idiomas. La prolífica obra de un autor entregado a la literatura, para quien el trabajo era, según sus propias palabras: «un refugio. Me siento eufórico al trabajar en un libro, al enviarlo a imprenta. Tal y como he dicho algunas veces, el trabajo me mantiene cuerdo».